1.3.2. Primera clase

Ha sido el modelo por excelencia de las cadenas en expansión en la industria hotelera española, al menos hasta hace algunos años, mientras el entorno económico y social del sector fuese relativamente estable y se mostrara en crecimiento. En los últimos años, vista la situación económica, esta fórmula está perdiendo protagonismo en favor de otras más novedosas.

En este modelo se establece una diferencia entre el propietario del inmueble y el gestor de la explotación, que se contextualiza en un contrato de arrendamiento. Dentro de este grupo caben muchísimas variantes, dependiendo de las condiciones que establezcan o los pactos a los que lleguen las partes. En cualquier caso, se pueden establecer algunos elementos comunes a todos:

1) El propietario del establecimiento lo es tanto del inmueble como de las instalaciones y equipamientos básicos de la actividad, por lo que el coste de la inversión estará a su cargo, mientras que la parte explotadora correrá con los gastos de los elementos fungibles.

2) El canon de arrendamiento: como contraprestación a la cesión del inmueble, la parte explotadora debe pagar un canon que por lo general se reduce a tres posibilidades, un importe fijo, un importe variable o una combinación de las anteriores.

3) El plazo de duración del contrato: este factor tiene mucha importancia, por cuanto no debemos olvidar que un establecimiento hotelero no suele ser un negocio cortoplacista, sino más bien todo lo contrario, a medio y largo plazo. Saber negociar bien el plazo de vigencia del contrato puede ser la clave del éxito del negocio.